jueves, 28 de abril de 2011

La Estrella de la Muerte



"Residencial la Estrella de la Muerte", para ser exactos. Y los eslóganes que había en los carteles durante la obra decían: "Viva como un emperador" y "Visite piso piloto".

Hace ya algunos años que a los promotores les ha dado por poner nombres muy grandilocuentes y pomposos a las construcciones, que se ve que así venden más. No es lo mismo ofrecer la segunda fase, compre ya, últimas viviendas, pisos de tres dormitorios con piscina en el Residencial Puerta de las Galaxias, que vender esos mismos pisos en el Edificio Benetúser II (con perdón para los de Benetúser, bello pueblo). Pueden multiplicar el precio de la casa por dos fácilmente gracias a un buen nombre, es lo que tiene el marketing. 

-"Yo vivo en la Urbanización Los Altos de Villaimperial. Ossea¡y me costó una pastaaa!". 

-"Pues yo vivo en Miradores de Andrómeda, Resort & Spa Beauty Luxury Villages y estoy mu contentísima".

Yo pienso que el nombre es lo de menos, lo importante es que te guste vivir allí... Ah, y que tengas buenos vecinos. Esto es casi más importante a la hora de buscarte una casa que la orientación o si llega la fibra óptica. Sé de gente que se ha tenido que mudar por no poder soportar a un mal vecino. Te pueden arruinar la vida. Sí, amigos, es lo que tiene vivir gregariamente, como hacían los griegos (que por eso le pusieron ese nombre: griegario), que tienes que soportar a tus vecinos. Hace poco me contaba un vecino que su ídem de al lado tiene la costumbre de cerrar el W.C. dejando caer la tapa a las tres de la mañana. Claro, en el silencio de la noche, y con lo finas que hacen ahora las paredes, suena como una explosión y lo despierta casi todos los días. El pobre lleva unas ojeras... Otro matrimonio me contaba que justo encima de su casa, en la habitación principal, trabajaba una chica de "vida ligera" y usaba somier de muelles. Se acostaban todas las noches oyéndola "trabajar" sobre sus cabezas... ahí con el ñiqui, ñiqui. ¡Buff, peor que una tortura china!

A los míos y a mí nos gusta vivir en la Estrella de la Muerte. Tenemos una vivienda con unas bellas vistas al planeta Che y con una piscina un tanto peculiar, porque le da la sombra durante buena parte del día y sólo la usamos de julio a septiembre... y por las mañanas nada más. ¡Es que el agua está helada! Aunque hay alguno que lo ves bañarse en mayo o en octubre y no puedes dejar de pensar en cómo se quedarán los pezoncillos de pequeñitos. También tiene un club social, gimnasio con ruso incluido, jakuzzi, etc. El club social, o bar, lo lleva un alienígena que se ríe mucho y sirve unas comidas de chuparse los dedos. Cuando hay fútbol galáctico (y del otro) nos bajamos allí a verlo y echamos el rato entre vecinos y cervezas. Se lo he dicho muchas veces a Leia, mi princesa: que sale mucho más barato tomarse un par de Mahous dos veces al mes y algún bocata, que abonarse a una tele de pago. ¿A que sí?

Lo malo de la Estrella de la Muerte es que siempre está en obras. Nos han colocado unas bandejas de chapa alrededor del  edificio para que los cascotes no caigan y maten a algún pobre desgraciado. Sí, amigos, se cae a trozos, pero no passa naaa, está todo controlado. Llevamos años y años de juicios y, algún día, sí, quizá algún día, nos pondrán una fachada nueva de esas metalizadas que se llevan tanto por la galaxia. Solo que, con lo lenta que va la justicia, no lo llegarán a ver ni nuestros nietos, y para entonces, igual lo que se lleva es el leopardo o la piedra natural. Mientras tanto, nos tocará convivir con andamios y parches en las paredes. Pero tiene su encanto: queda más industrial, más... decó.

Convivir es lo bonito que tiene también un residencial. Al año o así de entregarnos los pisos (cuando aún no se caían), a las alienígenas de la Estrella de la Muerte les dio por quedarse preñadas ¡todas a la vez! y claro, Obi Wan tiene un montón de amiguitos de su edad, mes arriba, mes abajo. Daba gusto verlas sentadas en el parque con los carritos, ahí hablando de cosas de mamás y de bebés sin parar, y a los padres corriendo detrás de los pequeños diablos, enseñándoles a montar en triciclo, en patinete, separándolos cuando se peleaban, regañándoles por jugar con el agua de la fuente o por subirse a un árbol. ¡Buff, que cansancio! Pero ya pasó aquella época; dentro de poco se irán todos juntos de marcha, y quedarán en la puerta con las naves espaciales abiertas para que suenen sus potentísimos equipos de música (que, a saber qué tipo de música oirán estos) y se pondrán a hablar de cosas de adolescentes y a hacer cosas de adolescentes. 

Otro día os hablaré de mi relación con los vecinos-papás de la Estrella de la Muerte, de cuando vamos a correr los domingos por la mañana, de las fiestas de la finca, de las juntas (¡Ahgg, las juntas!). Incluso nos hemos ido alguna vez a cenar a algún sitio y a tomar copas después. Sí, sí. Pero no creáis  que voy a contar nada de eso aquí. Soy un caballero. ¿Qué esperabais?

miércoles, 27 de abril de 2011

El sable láser: el mejor amigo de un jedi


Todavía recuerdo cuando mi maestro me entregó mi primera espada láser. Puede que haga cientos de años (No olvidéis que los jedis podemos vivir muchísimo, casi tanto como Marujita Díaz), pero no me he separado de ella desde entonces. Mantenemos una relación inalterable en el tiempo, y aunque alguna vez se me ha caído al suelo, le ha pasado un vehículo espacial por encima,  y se ha quedado más chafado que que la Copa del Rey en la celebración del planeta Foro, nunca ha dejado de funcionar y de sacarme de los mayores marrones que os pudierais imaginar.

Al principio era peligroso porque a la mínima se encendía, y más de una vez he llegado a casa con un siete en el pantalón, alguno tan grande que no era un siete, era un setecientos. Mi madre se ponía de los nervios por tener que zurcir todos los días. Por mi culpa llegaba siempre tarde al bingo la pobre. Pero pronto pasó la etapa del aprendizaje en la que fui adiestrado por mi maestro Obi Wan, gran conocedor de todos los secretos de su manejo, de todos sus intríngulis (Hay que ver la palabreja; suena a práctica sexual ¿verdad? -"¿Quieres que te haga un intríngulis?" "¡Calla, cochino!"), que me intentó guiar por los caminos del bien y todo ese rollo macabeo de "paz, hermano" y "no a la guerra"... ¡Si los hippies pasaron de moda hace décadas! El Lado Oscuro es más divertido, dónde va a parar.

Durante esa etapa de aprendizaje, recuerdo que mi padre me llevaba los domingos por la mañana a los combates en su nave espacial. Íbamos a algún planeta cercano a competir con otros niños del sistema solar -primero en la liga de alevines, luego la de cadetes, etc.- y nos daban diplomas, medallas y todo eso. Los padres se sentaban juntos y claro, saltaban chispas en seguida. Primero la tomaban con los árbitros -"¡Arbitro! ¿No has visto que le han cortado el brazo a mi chiquillo en falta?", luego con los entrenadores -"¡A ver cuando sacas a mi hijo a que lo maten un poco como a los demás! ¡Ya está bien de tanto banquillo, que le van a salir almorranaaas!" y al final terminaban peleándose entre ellos -"¿Que mi chaval es un paquete? ¡Pues, anda que el tuyo! ¡Pero si lo han desintegrado a la primera!". No sé si alguno sabe de lo que estoy hablando: quita la espada y pon una pelota. A los padres no les sienta bien madrugar los domingos, está claro.

Luego estallaron las Guerras Clon y me mandaron para el frente, me dejaron solo en la trinchera con mi sable láser y me dijeron que me las apañara como pudiera, que como la guerra estaba durando mucho, se les estaba acabando el presupuesto. Vamos, que no tenía donde cargar la batería de la espada por las noches. Así que tenía que usarla con mucho conocimiento; tenía que ensartar a los malos de dos en dos o de tres en tres para ahorrar luz. A ver si os suena esto:

- "Hola. ¿Es el enemigo?"...
- "No, es que dice el teniente que si vais a atacar esta noche"...
- "¿Y cuántos sois?... ¿Tantos? Es que no vamos a tener balas para todos"...
- "Bueno, nosotros os las damos y ya vosotros os las repartís"...

(Pequeño homenaje al gran Gila)

Afortunadamente aquello acabó bien y gracias a mi espada salí victorioso de todas las peleas en que me metí. La de cabezas y piernas que habrá cortado. Más que el cuchillo de un pollero. Si pudiera hablar... Bueno, pues desde entonces la llevo colgando del cinturón y no salgo nunca a la calle sin ella, que a veces hay que enseñarla un poco para disuadir a más de uno de esos que hacen encuestas o venden lotería de la Cruz Roja. También es muy útil como linterna, como sacacorchos o para quemar verrugas. Coges la espada y ¡Zas! Asunto solucionado. Una vez ayudé a un amigo que se había olvidado las llaves de la nave dentro, encima del asiento. Le hice un agujero en el techo para que entrase y aún estoy esperando que me dé las gracias. ¿Será ingrato el tío?

Llevar una espada láser encima es una responsabilidad muy grande. Por ejemplo, si vas en el astro-metro en hora punta o estás en la cola del cine espacial, tienes que tener mucho cuidado no se te vaya a encender sola y tengas una desgracia. No sería la primera vez que mi princesa, Leia, se pensaba que me alegraba de verla y era otra cosa en realidad lo que abultaba bajo mi capa, o que me pitaba al pasar por la seguridad de un aeropuerto o de un museo, o que se me caía entre los asientos de la nave espacial y a ver quién era el guapo que la cogía sin quemarse. En fin, que a pesar de todo, llevar sable láser encima está muy bien y os lo recomiendo.

martes, 26 de abril de 2011

El atún japonés


Quién no ha oído nunca hablar del atún japonés, tan nutritivo y tan rico él.

En este anuncio de hace la tira de años nos lo explican, por si alguno no sabía de su bondad para deportistas y jubilados.

miércoles, 20 de abril de 2011

Personajes del Lado Oscuro. Hoy: Darth Ansar.


Quería iniciar con esta entrada de hoy una serie dedicada a todos aquellos personajes que pueblan el Lado Oscuro de la Fuerza, es decir, los malos de la galaxia, pero que, por unos motivos o por otros, no fueron elegidos para representar ningún papel en las seis películas de la Saga Star Wars. Unos no lo fueron por superpoblación de malos, vamos, que había tantos para escoger, que hubo que hacer una criba y sobraron; otros por ser poco malos, con lo que su perfil del Lado Oscuro podía quedar gris claro y algunos -los menos- por ser tan, tan malos que no habrían resultado creíbles y la gente al verlos habría pensado: "¡Hala! S´han pasao. No es posible alguien tan malo. Se moriría envenenado al tragarse su propia saliva. No me lo creo. Uuuh".

El caso que nos ocupa hoy es el de Lord Aznar, también conocido por Darth Ansar o, como le llaman en casa, "el Josemari". Como todo lord Sith, antes fue un Caballero Jedi y se pasó al Lado Oscuro después de una experiencia traumática en su vida que le hizo ver las cosas de otra forma. Normalmente dichas experiencias, puntos de inflexión o más vulgarmente conocidas por batacazos, suelen ser despechos amorosos, decepciones de tu equipo de fútbol o golpes de la vida en general. Los finolis lo llaman shock, que siempre suena mejor y más científico si se dice en inglés, y no digamos en latín: guarrazus maximus. En cambio otras veces, consisten en tonterías, chorradas sin importancia que a otro ser no le producirían tal efecto, pero que a ti te marcan para siempre, como podría ser descubrirte tu primera cana o pisar una caca de perro por la calle. El caso es que siempre, siempre hay un motivo para cambiar de bando y pasarte al Lado Oscuro.

Darth Ansar fue un famoso Caballero Jedi antes de la mutación, lo que pasa es que sus hazañas en pos de la justicia universal y sus desvelos por proteger al prójimo más desfavorecido no se han recogido en la Enciclopedia de la Fuerza. Es extraño, pero no hay datos sobre esa parte de su vida. Pero de lo que sí hay datos es del suceso que le marcó para siempre y le hizo convertirse en un señor del mal, en un seguidor del Reverso Tenebroso de la Fuerza. Os lo intentaré contar de la manera más gráfica posible: se comió un caramelo de café con leche y se le quedó pegado al paladar justo antes de pronunciar sus primeras famosas palabras como Darth Ansar: "Márchese, Sr. Skywalker, márchese" (No, no, tranquilos, no se refería a mí, sino a otro Skywalker, que es un apellido muy común aunque no lo parezca).

En adelante tuvimos que verlos a él, a su gaviota y a su bigote (de él, no de la gaviota) en las paredes de nuestra ciudad, en las vallas de las carreteras y en los debates por televisión. Hasta un día que, por un efecto de la Fuerza -que todo lo puede-, llegó a ser Canciller Supremo y, a partir de ahí, usó sus poderes para esclavizar a los seres vivos y sembrar el terror por doquier. El miedo se apoderó de la galaxia, y mientras, Darth Ansar se rodeaba de otros lores oscuros como él en castillos góticos planeando desintegrar algún planeta díscolo. Famosa es la foto que ilustra uno de aquellos encuentros, la del planeta Azores, con otros dos caballeros Sith famosos: el Conde Blair y Darth Bush. El momento que recoge el documento es cuando Darth Bush atiza un puñetazo en los riñones a Darth Ansar. Espeluznante.


Después de un periodo de alianzas con otras celebrities del reverso tenebroso, como el diseñador de moda General Gadafius, antes amigo de todos y ahora solo de sus hijos; Sith Berlusconus, el macabro líder, exterminador de mujeres mayores de 18 años; o el eternamente anciano gobernador del planeta ¡Azúcar!, Darth Castrus, etc. Después de aquello, decíamos, Darth Ansar, cansado, se retiró al sistema solar USA a dar clases de maldad y oscurantismo en una universidad muy famosa, esto... sí, hombre, la... la universidad esa. Y para que no estuviéramos huérfanos de su presencia nos dejó a su padawan, a su alumna más aventajada, que nos ha regalado algunas de las frases más grandes y sesudas que ha dado la historia del pensamiento humano, como la de las peras y las manzanas. Grande Lady Ana Botella, muy grande la Botella. A su lado Heráclito, un tontolculo. 

Tras unos años en los que casi nos habíamos olvidado de su poder maligno, y aprendíamos a ser personas mejores cada día gracias a las enseñanzas de su sucesora, nos enteramos que Darth Ansar está de vuelta por aquí ¡Sin bigote! No porque pretenda regresar a reclamar su reino, sino porque le parece que hay poco mal en la galaxia. El lado claro de la Fuerza está ganado terreno al oscuro y hay que compensar. La culpa la tiene un personaje que ha estado todo este tiempo entre nosotros y nos ha llenado de bondad los corazones: el Jedi Zet A.P., el líder planetario de la más grande alianza galáctica: la Alianza de Civilizaciones.


No cabe duda que estamos mucho mejor ahora ¿verdad? Dónde va a parar: casi no hay paro, las hipotecas están muy baratas, ¿crisis? ¿qué crisis?, ya no hay guerras, los países árabes son un remanso de paz, la economía goza de muy buena salud, etc. Pero eso enerva mucho a Darth Ansar, no puede soportar tanta bondad en nuestros corazones y ha vuelto por sus fueros, ha vuelto buscando venganza. Quiere que volvamos a tiempos anteriores, pretende que podamos descargarlo todo gratis por internet, que fumemos en los bares, todos sin excepción, hasta los no fumadores; que haya crucifijos en todas las escuelas, sean de la religión que sean; que se vuele a más de 110 por las autopistas galácticas, ... Tiene sed de mal. ¡WA JA JA JA! (risa tenebrosa). Pero no le vamos a dejar, vamos a plantar cara al Lado Oscuro. Es la hora de la libertad. Confiamos en nuestro líder Jedi Zet, él nos... Un momento. Pero... Ah, que me dicen que ya no está, que se ha retirado. Es igual, su sucesor, que aún no se sabe si será el Jedi Rub Al Kba o la Princesa Cha Kon, nos salvará de esta. Seguro. Aquí los vemos a los dos en una actitud meditativa de recogimiento e introspección profundos, que es el verdadero camino de la Fuerza.



En la próxima entrega de los personajes del Lado Oscuro, os hablaré de Lord Ahmadineyad, quien, desde el planeta de la ira, Irán, pretende que todos nos pongamos un velo negro. Todos: mujeres, hombres y niños.

Stay tuned.

lunes, 18 de abril de 2011

Ser un Caballero Jedi hoy


Cuando entré en el zaguán de los ascensores de la Estrella de la Muerte ella ya estaba allí. Le saludé cortésmente, pues era una vecina de mi misma planta y nos habíamos visto varias veces antes de aquel día. -"Buenas tardes", me contestó con su mejor sonrisa. Me situé a su lado esperando que bajara el transportador y empecé la típica conversación de portal mientras miraba los números descender. Doscientos quince, doscientos diez, doscientos cinco,... -"Vaya, parece que refresca más que ayer ¿no?". Su respuesta fue también típica; no esperaba nada más profundo de quien apenas había cruzado unos pocos "hola" conmigo en varios meses. Sus ojos tampoco se apartaban de la pantalla al hablar. Por fin el cero. El ascensor se detuvo y se abrieron las puertas delante de nosotros; alargué mi brazo derecho haciendo una indicación hacia la cabina y le pedí que pasara. Ella contestó a mi gesto de la misma manera: ofreciéndome pasar primero. -"No, por favor, tú primero", insistí y añadí: -"Faltaría más, las damas primero". Y va y me suelta ella: - "A mí no me han educado así". Seco, cortante, helador. Jamás me habían dicho aquello en todos los años de mi vida. Jamás me habían preparado para recibir una respuesta así de fría ante un gesto que se supone hecho con la mejor de las intenciones: la de actuar como debe hacerlo un caballero sin más.

A los hombres educados en el siglo XX nos está costando aclimatarnos a los tiempos que corren. Tiempos de discriminación positiva, paridad, igualdad de sexos y demás cosas que están muy bien, pero que no creo que estén reñidas con la buena educación y la caballerosidad. Un caballero, por definición, no es un machista. A lo mejor mi vecina hubiera preferido que llegara y no dijera nada y que me metiese en el ascensor dándole un codazo. Igual estaba educada para eso y hasta lo podría tolerar. Pero para que le cedieran el paso, para que fueran amable con ella, para eso no. Antes muerta. Para mí, aquello sería actuar como un machista.

Lamento ofender a ese tipo de mujeres, pero no pienso apartarme ni un centímetro de mi camino, principalmente porque creo que es el correcto. Es más, ya educo a mis hijos para que sean unos caballeros y me hagan sentir orgulloso por ello. No se trata de que vayan contra ninguna corriente; de hecho, saben perfectamente que hombres y mujeres somos exactamente iguales en todo, en derechos y en obligaciones. Es algo que han mamado de pequeños, no como nosotros, que hemos tenido que reciclarnos, y algunos con más fortuna que otros. También Leia y yo les educamos para que se aparten, e incluso denuncien, a quien vean tratar  desde la superioridad a una mujer por el mero hecho de serlo. Ser caballero no es un derecho, es un deber.

Pero ¿en qué consiste ser un caballero?

En otras galaxias y en otros tiempos, un caballero era un señor que iba por los caminos defendiendo el honor de su amada, espada en ristre, ante todo aquel que osara mancillarlo. Rocín, escudero, armadura y el honor con mayúsculas; no había más. En mi galaxia, un caballero Jedi es el que demuestra su nobleza en la lucha, su simbiosis con las demás criaturas vivas y la sabiduría en sus palabras. O sea, un muermo de toda la vida.

Ser un caballero Jedi es demostrar respeto por la vida -animal o vegetal-, es portarse con los demás como te gustaría que se portasen contigo. También es ser noble en el juego y en la lucha. Es preferible perder y saber extraer lo positivo de tu derrota que ganar a cualquier precio por el hecho de ganar, aunque sea suciamente. Ser un caballero, Jedi o no, es no hacer trampas en el póker; no mentir a los profesores (a Hacienda ya es otra cosa); no juzgar a nadie por sus condiciones de nacimiento, sino por sus actos; es conducir por el carril de la derecha y no fastidiar a los que quieren adelantar. Ser un caballero es no aterrizar con tu nave espacial en las plazas de minusválidos, es no hacer "simpas" en el bar, no sisar a tu madre, no eructar en la mesa con la boca abierta, no pisar el césped salvo que estés jugando al fútbol, etcétera, etcétera.

Yo creo que es positivo todo lo que digo, no se va contra nadie, no hay mala fe nunca, no se buscan enemigos, ni excusas ni se culpa a los demás cuando no se consiguen las cosas. Habrá quien confunda estos valores con ser un "flower-power", pero no es lo mismo, ni mucho menos. No se trata de ser un ingenuo ni un perroflauta, se trata de ser un caballero, de ir de frente; se trata de ser alguien en quien se puede confiar, alguien cuya palabra vale más que el oro, salvo que acudas a la casa de empeño, claro.

Y para terminar la charla, unos "minutos musicales".


martes, 12 de abril de 2011

Los hijos: esos Jedis bajitos (Episodio I)

Nota del Sr. Skywalker del 12 de abril de 2011:

Esta entrada fue escrita y publicada el pasasdo 11 de marzo. Hoy, un duende graciosete que pasaba por aquí, ha tenido la genial idea de cambiarla de sitio y colocarla donde la veis.
Los primeros 10 comentarios pertenecen a esas fechas y el único que parece haberse dado cuenta ha sido Fer. Un poco sospechoso ¿no?
Lamento el trastorno que os he ocasionado y prometo por la Fuerza escribir una segunda parte ya pronto corriendo muy deprisa. 
Pero hoy, no... ¡MAÑANA!

Que la disfrutéis los que no la leísteis.


Siguiendo los Mandamientos de La Fuerza, nací, crecí y me multipliqué. No por uno, ni por dos, no. Por tres. Ya que se hace, se hace bien ¿no?

El mayor de los Skywalker, Luke, vino de cuando yo no era un Señor Sith, cuando aún no me había pasado al Lado Oscuro. Son cosas que pasan y ellos no tienen culpa de nada. Le quiero igual que si viviera con su madre, a la que también le deseo lo mejor allá en su galaxia lejana, que, cuanto más lejana esté, mejor.

Luke es un artista de los pies a la cabeza. Va al Conservatorio Galáctico y ha compuesto ya cosas. Toca el astro-piano que da gusto, sobre todo a la hora de la siesta, y se está iniciando en el maravilloso mundo de la pintura. ¡Con lo que mancha la puñetera! Aún así, y aunque suene extraño, no descuida su formación en la Academia Jedi, que es lo que como padre más le agradezco a esta edad.

El segundo en llegar fue Obi Wan, el primero fruto del amor entre Leia y un servidor. Es el deportista de la casa; juega al fútbol sideral, a la pilota galáctica, al cosmo-basket,... Vamos, a lo que le echen. Lo aguanta todo, como la espóntex. Claro, así come luego, criatura, lo que le echen también. Una gran parte del sueldo de un Jedi se va en en comida, pero ya hablaré otro día del planeta Carrefour, que cae cerca de aquí y voy todas las semanas a llenar la nave espacial de bolsas.
Obi Wan tuvo la suerte de nacer en la primera hornada de hijos de los que llegamos a la Estrella de la Muerte . A todas las nuevas habitantes les dio por quedarse embarazadas a los pocos meses de entregarnos los pisos  y era gracioso verlas por la Base Imperial a todas, primero con sus barrigas, luego con sus cochecitos y más tarde correteando detrás de sus retoños y gritando: "¡Yosua, cómete el bocata de chopeeed!". Claro que de aquello nació una gran amistad, primero entre las madres, y luego entre los hijos. Los padres estamos todos escondidos. Te diré.

Por eso decía lo de la suerte de Obi Wan, porque tiene un millón de amigos (como Roberto Carlos) todos de su edad. Cuando se ponen a jugar en la base no hay quien pueda pasear sin llevarse un balonazo en la cabeza. Bendita infancia.

Pero no sólo es deportista. también le van muy bien las clases para ser un Jedi de provecho. Sus instructores están muy contentos con él y destacan la cantidad de midiclorianos que tiene. Le encantan los gadgets como a su padre y se ha pasado todos los niveles del Lego Star Wars con los ojos cerrados.

Y el último y no por ello menos Jedi es Anakin. Le pusimos el nombre pensando en el personaje de la Saga, que es un poco revoltoso e inquieto como él. También apunta maneras con el arte, como su hermano mayor. Ha tenido menos suerte que Obi Wan con lo de los miembros de su generación. Son menos y la mayoría niñas. No es que le parezca mal, al contrario: le gusta estar con ellas, pero ellas prefieren la compañía femenina y lo suelen echar de los corrillos, cuando juegan a lo que todas las niñas, a los papás y las mamás, dieciéndole: "tú no, que ya hay un papá, ya tenemos suficiente". Y el pobre sufre los rigores del destierro con entereza y valor. Se viene a donde está sentada su madre y le pide otra bolsa de patatas. ¿Será por patatas? ¿Será por madre?

Así que estos son mis hijos, los Skywalker. A Leia y a mí nos encanta pasear en bici espacial los domingos con ellos. Parecemos un club de fans de Star Wars, todos con nuestras capas y nuestras espadas láser. Lo que os puedo asegurar es que no hay alienígena que se atreva con nosotros. 

¿Será el poder de la fuerza?

Aquellos maravillosos años

Hay que ver cómo pasa el tiempo. Así era yo hace unos años cuando era pequeño.



¿A que era una monada?
No, el coche no, yo.

El Sr. Skywalker al desnudo


No, no me he vuelto loco, no voy a pasarme al lado oscuro del porno ni nada parecido. Ya sabéis que este blog está dirigido a todos los públicos y por respeto a los más pequeños no quiero caer en la zafiedad ni en la vulgaridad. Para eso ya existen otros sitios, dicho con todos los respetos. Así es que los que busquéis imágenes subiditas de tono o textos explícitos, lo siento, pero éste no es vuestro espacio.

Entonces, ¿a qué viene el título de hoy y la foto que lo ilustra, os estaréis preguntando? Pues, muy sencillo, a que el amigo Fer, del blog "Mi Generación Z", me ha concedido el premio más importante de mi carrera, blogueril: el premio... El premio, qué premio va a ser, pues el de Fer. La condición que me ha impuesto el comité de agasajos es que tengo que publicar aquí mismo siete manías mías y hacer lo mismo que él: entregarlo a otros siete blogueros que yo considere que se lo merecen. Lo segundo está difícil, ya que somos una familia en la blogosfera y cada vez queda menos gente que no lo tenga ya, pero lo intentaré. Lo primero es lo que me parece mucho más complicado. ¿Por qué? Pues porque tengo tantas, tantas manías, que escoger sólo siete me va a resultar casi imposible, pero allá voy, a la piscina y sin agua. Que sea lo que la Fuerza quiera.

  1. - 1ª manía: Voy guardando la ropa interior en el cajón desde abajo hacia arriba cuando la lavo, de manera que la primera que tengo que coger, es decir, la que está en la parte superior, es la que hace más tiempo que lavé. De esa forma me aseguro el no ponerme muchas veces los mismos tres o cuatro calzoncillos o camisetas y que no se quedan en el fondo del cajón los que nunca uso.
  2. - 2ª manía: Cuando lleno el lavavajillas lo hago colocando siempre las cosas en el mismo sitio: los vasos de colores de los pequeños jedis en un lado, los de cristal en otro, los platos hondos, los de postre, etc. Cuando Leia u Obi Wan dejan algo de vajilla para lavar y no está en el sitio que yo he asignado para cada cosa, me pongo nervioso y lo cambio ipso facto. 
  3. - 3ª manía: No soporto a la gente que aterriza con su nave espacial en los hangares y no la deja paralela a las rayas del suelo, o sea que la deja torcida. Y no te digo nada de los que ocupan más de una plaza. Eso me pone enfermo y me entran ganas de dispararles un rayo láser y desintegrarles la nave.
  4. - 4ª manía: Soy incapaz de ver un cuadro torcido en la pared. Lo tengo que colocar bien, si no, no me quedo a gusto.
  5. - 5ª manía: Si un CD de música es doble y uno es el uno y el otro es el dos, se escuchan en ese orden, nunca al revés.
  6. - 6ª manía: Cuando corro por el río siempre lo hago por los mismos lugares. Nunca pongo los pies en ningún sitio que no los haya puesto antes, o sea que me piso las huellas todos los días.
  7. - 7ª manía y última: No soporto que los demás lleguen antes que yo al trabajo. Tengo que ser el primero y abrir yo "la paraeta", que decimos en mi planeta, si no ya no estoy tranquilo hasta el día siguiente en que lo vuelvo a intentar.
Pues ya está, ya me conocéis un poco más. No ha sido tan difícil. Buff, bueno, sí lo ha sido, pero ha valido la pena el esfuerzo. Todo sea por que luzca el premio en mis vitrinas. Qué contento estoy; un mes y poco más en este mundillo y ya tengo mi primer galardón. Corro a ponerlo en el mejor sitio de esta galaxia.

Y ahora, los siguiente siete nominados para el premio del blog son.... (suenan redobles de tambor):
Hala, chavales y chavalas, a escribir y a haceros merecedores de tan alta distinción galáctica.

¡Ah! y que la Fuerza os acompañe.

jueves, 7 de abril de 2011

Leer puede ser perjudicial para la salud


Desde que mis pequeños jedis aprendieron a leer (incluido Anakin, que a sus tiernos cinco años ya hace sus pinitos con todos los carteles que ve por la calle o por la casa), Leia y yo les hemos inculcado el amor por los libros. Hace mucho tiempo aprendí que en una casa donde los padres leen a menudo, los hijos adquieren con mayor facilidad ese hábito, que sobra decir aquí cuán beneficioso es para todo el mundo.

No es este blog, que quiere ser ligero y desenfadado, un foro adecuado para discutir si leer es bueno o no. Lo es y punto. Porque lo digo yo, que para eso soy un lord Sith y, ay del que ose llevarme la contraria. ¿Estamos? Peeero... Me apetecía demostraros que leer NO SIEMPRE es bueno para el espíritu. Es más: a veces puede resultar perjudicial para la salud mental y por supuesto la económica. Vamos, lo que viene siendo tirar el dinero. Y como muestra, unos botoncitos.

El primero de la lista de libros perjudiciales es... 


Como se me ocurriera leerle alguno de estos cuentos a mis hijos antes de dormir y visualizasen a Doña Ana y a su enorme dentadura sentadas junto a su cama, recitando las aventuras del reno Rudolf, les podría quedar un trauma muy difícil de superar para el resto de sus vidas. Pobrecicos.

El segundo, y no por ello menos perjudicial, es cualquier libro de los pomposamente llamados de auto ayuda, por ejemplo éste...

El título lo dice todo. Y es en los títulos donde basan el éxito de sus ventas, porque, vamos a ver, ¿a quién no le apetece ser una mierda? Éxito de ventas seguro.

Seguimos con los relatos de gente famosa y en tercer lugar tenemos...


Todos los que tengáis más de treinta os acordaréis del jugador del Súper Dépor, Donato, y la campaña que hizo en televisión de este libro, llamémosle, de ¿auto ayuda? Yo al menos sí.

En el cuarto lugar, y también de un famosete...


Impagable el papelón que hizo AR cuando se supo lo del plagio y su cara dura echándole la culpa al "negro", pero ¿conocéis a alguien que lo haya leído?

Y ya, para cerrar el "top five" de incunables que NO hay que leer...


Éste se comenta solo ¿no? Por favor, madres de quinceañeras, no les dejéis leerlo si queréis a vuestras hijas aunque sea un poquito.

La lista puede ser mucho mayor, pero la intención es la misma: pseudo libros que se venden ya por lo famoso de su "autor", ya por lo llamativo de su título. Supongo que es algo viejo como la literatura misma, pero a veces no está de más que alguien que os quiere os lo recuerde.

Y recordad que el libro que NO debe faltar en vuestras casas es...


Hala, todos a leer.

lunes, 4 de abril de 2011

Mi nave espacial


Por motivos de trabajo tuve que comprarme una nave hace unos años, más de los que yo quisiera, porque algunos vecinos la cambian cada tres o cuatro años sólo para dar envidia a los demás vecinos y la mía se va quedando anticuada a su lado. Bueno pues, después de buscar en blogs especializados y de patearme el planeta de concesionario en concesionario, encontré a la que es mi compañera de fatigas y que tantos sistemas solares ha recorrido conmigo: mi "Tie Fighter".

¿Mi qué? ¿Cómorrr? No os dejéis impresionar  por el nombre porque tampoco le hace justicia. "Caza lazo". Ya ves tú que el que pone los nombres a las naves espaciales tampoco se devanó los sesos. La miró no más de cinco segundos y dijo: "tiene forma de pajarita o de lazo, pues ¡eureka!, la llamaré caza lazo". Menos mal que no le pareció que tenía forma de pepino o de pincho de tortilla, porque le planta el nombre igualmente y se queda tan ancho. Porque digo yo que para ser el que pone los nombres a las naves habrá tenido que estudiar algo, ¿o darán los títulos de "nombrador de naves" en alguna universidad? Tendré que profundizar sobre la cuestión.

La verdad es que fue una oportunidad y no la podía dejar escapar. Era una nave que había en el concesionario de ésas que tienen que comprar a la fábrica para llegar a objetivos y que, como ya había salido otra tecnología en motores más moderna, los alfa-omega-pi, se les había quedado sin vender. Total por unos meses y por una letra, que la mía es motor beta-omega-pi, ya ves. Como no soy pejiguero con esas cosas no me importó. El caso es que no pude escoger color porque ya lo tenía: gris galáctico. Lo que sí pude escoger fueron los adhesivos de "toi contento" y de "mi otra nave es un Halcón Milenario" que le puse detrás, para darle un toque personal, para tunearla, que dicen los modernos.

Durante los más de ocho años que la tengo me ha dado muchas satisfacciones, me ha llevado a todas partes y casi no me ha dado problemas. Imagino que los típicos de todos los cazas: que si un cambio de alerones o dos, que si corres mucho se desgastan que no veas, o una vez que me hacía un ruidito y no sabía qué era hasta que abrí la tapa del motor y encontré al gato de la vecina dentro. No os cuento en qué estado lo encontré por si sois sensibles, pero sí os diré que me costó varios botes de limpiador quitarlo de allí. El pobre. Bueno, yo tampoco le pedí que se metiera, lo hizo porque quiso. Que apechugue y que aprenda para otra vez. Aunque no creo que haya otra vez.

Los animales y las naves dan para contar y no parar, y tampoco es plan. Pero cada vez que me acuerdo del perro que tenía mi mamá y de cuando me tocaba a mí llevarlos a los dos a la estación  espacial de veranero, no siento ninguna nostalgia; el condenado me dejaba la tapicería llena de pelos y las botas llenas de babas. Yo lo habría transportado en la bodega de carga pero a mi madre le parecía inhumano, perdón, incanino, y se empeñaba en que fuera entre sus piernas debajo del asiento del copiloto. Con el calor del verano el perro siempre estaba con la lengua fuera, con lo que en cada viraje del camino, su filete iba de un lado al otro colgando como el péndulo de un reloj de pared. Cuando giraba la nave hacia la derecha, su lengua balanceaba a ese lado, pero cuando giraba a la izquierda, aquel enorme y húmedo cacho de carne se golpeaba con mi bota dejándola brillante y pegajosa hasta que volvía a mi casa y la podía limpiar. Tenía que salir a todo correr por el hangar para que no me viera ningún vecino en ese lamentable estado, porque sólo me faltaba que fuera uno de los que estrenaban nave cada poco.

Lo cierto es que la nave espacial me ha salido buena y cuando pase la crisis espero poder comprarme otra igual para dar envidia a mis vecinos. Aterrizaré en la entrada de la Estrella de la Muerte y haré como que estoy esperando a que baje Leia y saludaré a todos desde dentro con una sonrisa de oreja a oreja. Ah, no, que con el casco-máscara no se nota si sonrío. Bueno, mejor, porque mientras tanto, con lo que falta para que se acabe la dichosa crisis, no me notarán tampoco la cara de envidia que se me pone cada vez que los veo con sus naves nuevas. 

Si es que no hay mal que por bien no venga.