martes, 31 de mayo de 2011

31 de mayo: Día de la Bici.



Parece que últimamente me haya dado por las efemérides, y que no tenga otro tema de qué hablar que no sea del día de esto o del de lo otro. Lo mejor es que no es un día oficial de la Unión Europea, ni de la Unesco, ni de la TIA, ni nada de eso: es el Día de la Bici del cole de mis hijos. Casualidades de la vida, nada premeditado, lo prometo. Lo único que me ha animado a escribir acerca de tal fecha es que pienso participar en ella activamente por primera vez, es decir, que voy a coger mi velocípedo, pasarme el día subido en él y, encima, en compañía de los míos.

Se trata de una actividad organizada, como ya he dicho,  por la escuela a la que van mis hijos pequeños, el "Colegio Público Canciller Palpatine", y consiste en recorrer los doce o trece kilómetros que separan la Estrella de la Muerte del centro escolar montados en las bicis. Padres, hijos y profesores formando una marea multicolor como la del Giro del planeta Spaguetti, pero sin competir. Justamente la celebran ahora que ha acabado la "ronda italiana", como la llaman en la tele, y con la reciente victoria del habitante de la galaxia, Alberto Contador, con lo que la cosa tiene un sabor más patrio y actual. Todos los críos querrán emular a su héroe y sentir por un rato que van enfundados en la malla rosa, y los padres podremos hablar de cosas tales como la dureza de la subida al monte Fetuccini o la contrareloj de Santo Pepperoni. Siempre que nos reunimos los papás del colegio acabamos hablando de fútbol y, como este año, el equipo del planeta Che no ha ganado la Champions, sino que ha sido el de otro planeta más al norte, prefiero tener otro tema de conversación para que no haya susceptibilidades, que en lo tocante a deportistas de la galaxia siempre hay consenso total. Porque ¿conocéis a alguien que no se alegre de que gane Rafa Nadal, o que lo hiciera Miguel Indurain en sus tiempos, o la Roja, como la llaman ahora, etc.?

Otra de las cosas que hacen apetecible acudir ese día al colegio es que la empresa que lleva el comedor invita al almuerzo a todo el mundo, que ya sabéis el gusto que da que te regalen algo en estos tiempos de crisis. Me han contado padres que llevan varios años acudiendo al evento, que el ágape no está nada mal: bocadillos calientes, embutido, jamoncito, vino, cerveza, etc.  Vamos, que las calorías que quemas pedaleando doce kilómetros, las recuperas con creces almorzando. Pero, qué caray, todo en la vida no va a ser la maldita operación bikini, que también hay que disfrutar de las cosas buenas, que si no, se te agria el carácter. Tiempo habrá de compensar: un par de horitas corriendo por el río y chim pum.

Todos los niños no pueden recorrer esta distancia; solo los de nueve años en adelante. Los más pequeños acuden de la manera habitual allí y nos esperan haciendo un pasillo a la entrada del cole con banderitas y tocando los timbres de sus bicis. Los que lo han hecho otros años dicen que es emocionante. Luego, los papás nos iremos a la playa a echar una cabezadita, o a pasear, o simplemente a charlar y esperar que acabe la jornada lectiva -que de lectiva tendrá bien poco, porque les tienen preparadas actividades de educación vial con las tropas imperiales y todo eso- y luego, vuelta a casa de la misma manera que la ida, o sea, pedaleando.

Todo esto si el tiempo acompaña, que estamos teniendo unos días de lluvias y tormentas bastante desagradables. Pinta bien la cosa, ¿no? Bueno, pues me voy a dormir que mañana espera un día duro.


jueves, 26 de mayo de 2011

Los hijos: esos Jedis bajitos (Episodio II)


Continuando con el retrato descarnado y veraz, a la par que tierno y sensible, que inicié en su día acerca de  mi descendencia en esta accidentada entrada, hoy quería seguir hablándoos sobre mi prole, pero más concretamente sobre uno de ellos, sobre el mayor de los Skywalker: Luke.

El pequeño Jedi primogénito sigue con sus clases de piano en el Conservatorio Superior "John Williams", donde progresa en el bello arte de las fusas y las semifusas. A estas alturas, en las que el curso está tocando (y nunca mejor dicho) a su fin, parece que ya tiene claro que lo suyo va a ser dedicarse a la música profesionalmente, pero no como intérprete sino como estudioso de los trabajos de otros músicos. En mis tiempos se podía escoger entre derecho, medicina y varias ingenierías. Ahora, con estos nuevos planes de estudios tan bolonios y tan raros, han aparecido carreras tales como Licenciatura en Composición con Medios Electroacústicos, Tecnicatura en Ciencia de los Animales de Laboratorio o Programa Universitario en Diseño de Historietas. ¡Flipa, colega! Que no se diga que no hay una carrera universitaria para ti. Ya solo falta que saquen una Ingeniería, por decir algo, en Control de Reproducción de Aves, vamos, lo que ha sido toda la vida capador o sexador de pollos. Ya puestos...

Pues eso, que quiere ser musicólogo. Que compongan otros, que les salgan callos en los dedos a los demás de tanto aporrear el piano, que a él le llama más distinguir cuándo una partitura la escribió fulano o mengano atendiendo al rabito de la clave de sol, que todo el mundo sabe que es un garabato bastante difícil de que te salga igual dos veces, por mucho que lo practiques. Por lo visto es una ciencia bastante compleja y trabajosa. Un ejemplo: un día alguien encuentra en un desván unas partituras que no están firmadas y es ahí cuando los de Christie's o los de Sotheby's llaman al musicólogo de guardia para que diga si esta danza turca la escribió Mozart en su juventud o Beethoven en plena crisis de los cuarenta. El día de la subasta quedarán muy bien si acompañan al papelajo con un certificado del musicólogo dando su docto veredicto: se trata de un blues escrito por Ramoncín en plena resaca de ginebra barata. No hay más que verlo; está claro. Ahora solo hay que sentarse y esperar a que te llamen de Londres cuando haya una subasta.

Pero la música no es la única de las manifestaciones artísticas que se le dan bien a Luke, también pinta. Lo hace en el lienzo, en la mesa sobre la que está el lienzo, en el suelo que hay debajo y alrededor de la mesa sobre la que está el lienzo y en la casa donde está el suelo que hay debajo y alrededor de la mesa sobre la que está el lienzo. Ese y no otro es el motivo por el que le he "invitado" a que pinte en casa de su abuelita en vez de hacerlo en la suya, que también es la mía. Por lo menos hasta que depure la técnica del salpicado sin querer. Que conste que le apoyo y le aliento a que pinte y me encanta que lo haga, pero todo tiene su Lado Oscuro y el de la mayoría de los artistas es que son unos guarretes. En cambio, para su abuelita, que Luke se codee con Picasso o con Sorolla es un orgullo tan grande, que no le importa lo más mínimo que le deje la casa hecha un collage de huellas dactilares y pisadas multicolor. Para eso están las abuelas.

Además de las artes están los estudios de bachillerato que sigue en el instituto galáctico "George Lucas", los cuales no van nada mal tampoco. Unas semanas quedan ya para que acabe el curso y las notas finales están al caer. Espero, por lo que he ido viendo a lo largo del año, que van a ser buenas, así que algún regalo le haremos. Vamos a tener que rascarnos el bolsillo, bueno, la pierna que hay debajo del agujero del bolsillo, porque la cosa está mu achuchá, aunque igual nos alcanza para un disco o una camiseta de Star Wars, ya veremos. Lo que se avecina ahora es el viaje de fin de curso, que todo el mundo sabe que consiste en un montón de adolescentes y sus hormonas ocupando las habitaciones de algún hotel que acaban de dejar los del Imserso. Vamos, turba descontrolada sustituyendo a turba descontrolada. ¡Qué horror! Pobres camareros. Aunque los que se llevan la peor parte en estos viajes son los profesores que acompañan a los chavales. Recuerdo mis viajes de fin de curso y lo que padecían los pobres para conseguir que cada uno de nosotros durmiera en la habitación que le tocaba. ¡Buf! Algún profesor  tuvo que pasar la noche en el pasillo para impedir el trasiego de estudiantes puerta arriba, puerta abajo. Ya se sabe: primavera + hormonas + distancia de casa  = Guerras Clon.

Supongo que se nota que estoy orgulloso de mis pequeños Jedis, no lo sé disimular. De momento no me puedo quejar de mi suerte al haber tenido a estos tres hijos tan majetes. Digo de momento porque, hasta que no llegue el día que me dejen abandonado en una gasolinera, me están demostrando que vale la pena ser padre.


miércoles, 25 de mayo de 2011

25 de mayo: Día del Orgullo Friki


La verdad es que me acabo de enterar de esta fecha tan señalada. Yo había oído hablar del Día del Cambio Climático, del Día sin Coches, del de la Biodiversidad o incluso del Día de la Madre, pero el de hoy... el de hoy me ha cogido por sorpresa, porque si lo llego a saber con algo más de tiempo preparaba una entrada como dios manda. Bueno, qué se le va a hacer. Lo que sí está claro es que, si estás interesado por conocer algo más acerca de este día tan señalado, este es el sitio al que debes acudir. No se hable más.

En el mundo anglosajón, y más concretamente en los Estados Unidos de América del Norte, a los seguidores (fans en inglés) que son capaces de esperar en una cola días y días, disfrazados como los personajes de sus películas/series/cómics/videojuegos favoritos, a que abran la tienda para ser los primeros en adquirir tal o cual producto, o las entradas para el estreno, se les conoce como "geeks". También se les llama "nerds" y abarcan no solo a los individuos que os he descrito, sino también a los fanáticos de alguna marca de electrónica o a los locos de los ordenadores, "hackers" y demás piratas informáticos y seguidores compulsivos de las tecnologías de vanguardia. Todos tenemos en la mente a los chavales que acuden con sus sacos de dormir y sus ordenadores a la Campus Party todos los veranos. Sin embargo aquí les llamamos "frikis", que en el mundo anglosajón quiere decir paleto. O sea, que hemos tomado prestada del inglés una palabra pero no su significado. Es como si aquí al baloncesto le llamáramos "baseball", por ejemplo. O sea que llamamos frikis a todos esos porque nos da la gana, porque somos así y ya está.

De un modo u otro, hoy es el día del orgullo friki y hay que salir a la calle disfrazados de Superman o de Harry Potter montados en un autobús descapotable y tirando confetti a toda la gente que se agolpa en la calle cantando y bailando. Vamos, algo así como la cabalgata de los Reyes Magos pero en el mes de mayo. Parece ser que la celebración fue introducida en 2006 por varias asociaciones de fans, geeks, nerds y frikis para conmemorar el día del estreno de la primera de las películas de la Saga con mayúsculas, la de Star Wars por supuesto, y tiene su página web y todo. Aunque, pensándolo bien, ¿quién o qué no tiene una página web hoy en día?, si hasta un friki como yo la tiene. Al que quiera profundizar más sobre el tema del día de hoy, le recomiendo que se pase por aquí y pierda unos minutillos conociéndonos un poco. Ahora, si lo que queréis es profundizar sobre el tema del frikismo, lo mejor es la Wikipedia. Descubriréis que también los frikis tenemos nuestro corazoncito.


viernes, 20 de mayo de 2011

Elecciones en la galaxia. Vota Partido Imperial.

    El Sr. Skywalker, nuestro líder

Amigos y amigas de la galaxia:

Como ya sabréis, el domingo se celebran elecciones a ayuntamientos y comunidades galácticas y nuestra formación, el Partido Imperial, se presenta a ellas con la ilusión de ganarlas y revalidar así la confianza que depositasteis en nosotros hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana...

Como líder y cabeza de cartel, os pido el voto para un partido, el Partido Imperial, que ha sabido llevar a todos y cada uno de los planetas que forman este imperio, a lo más alto en seguridad, tranquilidad, orden y disciplina, valores cada vez más escasos en estos tiempos de crisis, donde el caos y el libertinaje camparían a sus anchas si no fuera por nosotros.

Los que me conocéis sabéis que no me temblado nunca el pulso a la hora de usar la Fuerza para conseguir que la ley y el orden se acaben imponiendo en la galaxia, como cuando ordené desintegrar el planeta Tatouine, o la vez que yo mismo acabé con el cabecilla de los rebeldes, el peligroso y buscado criminal Obi Wan Kenobi.

Enfrente no tenemos otra cosa que la autodenominada Alianza Rebelde, formación esta sin programa político alguno, diezmada por nuestras tropas, que ha fracasado en todas y cada una de las (pocas) ocasiones que ha podido gobernar, y que no ha traído sino la anarquía y el desastre allá donde ha puesto su mano encima. Corruptos como los que más, los rebeldes se han enriquecido a costa de los pobres alienígenas, a los que no han dudado en exprimir al máximo, mientras ellos disfrutaban de una vida de opulencia y ostentación. Votar Partido Imperial es poner fin a sus desmanes y asegurar para vuestros hijos un futuro de paz y austeridad.

Nuestras 10 propuestas para la legislatura, si salimos elegidos, son:

1.- Transparencia. Os robaremos todo lo que podamos, sin escondernos. Lo que obtengamos lo repartiremos entre los miembros del gobierno, las tropas imperiales, los banqueros y demás amigos.

2.- Austeridad. Privatizaremos la sanidad, la educación, la justicia y hasta el aire que respiráis. El que más se gaste, mejores servicios tendrá y al que no le llegue... ¡a pastar!

3.- Trabajo. Retrasaremos la edad de jubilación hasta los 80 años, con prohibición de vacaciones y derechos tan tontos como el de la baja por maternidad, enfermedad, huelga, etc.

4.- Juventud. Será obligatorio servir un mínimo de 10 años en el Ejército Imperial, vamos, lo que viene siendo la "mili", pero a lo bestia. La ley militar lo impregnará todo, todo.

5.- Cultura. Prohibiremos la música de Camela, David Bisbal, Lady Gaga y otras horteradas similares. Unicamente se podrán escuchar en espectáculos y otras representaciones artísticas la Marcha Imperial de Star Wars, del gran maestro John Williams y otras similares.

6.- Relaciones exteriores. Todo aquel planeta que no se una a nosotros será desintegrado sin miramientos.

7.- Religiones. Quedarán todas proscritas, siendo la única y obligatoria La Fuerza.

8.- Medios de comunicación. Todos los canales de televisión, radios, periódicos digitales, holográficos y demás, serán de confesión progubernamental, quedando vetada la crítica al gobierno y a sus miembros so pena de muerte.

9.- Ejército. Todo será militar, to-do. ¿Queda claro?

10.- Obediencia al Emperador. Bueno, esta está clara también, ¿no?

Por todo ello, os pido el voto para el Partido Imperial, para que podamos llevar nuestro plan adelante durante cuatro años más. Uníos a mí y juntos dominaremos la galaxia.

Así que, ya sabéis nuestro lema.

"POR TU SEGURIDAD, VOTA PARTIDO IMPERIAL"

Que la Fuerza os acompañe.

miércoles, 18 de mayo de 2011

El Sr. Skywalker en "Callejeros".




Para los que creeis que ser un lord Sith es puro glamour. A veces no.

lunes, 16 de mayo de 2011

El día que me quedé en gayumbos en casa de la vecina



"Ve quitándotelo todo, menos los calzoncillos, que ahora vengo". Dicho así por una vecina de la Estrella de la Muerte, estando los dos solos (o eso creía yo) en su casa, puede sonar a lío del montepío o al típico aquitepilloaquitemato. Pero, como veremos ahora, no fue exactamente así.

Todo empezó por culpa de dejar de fumar, hace casi diez años, y el famoso daño colateral conocido como efecto "barriga que quiere salir a ver mundo por su cuenta y sin permiso", tan temido por todos los exfumadores. Me preocupaba mucho el gasto en cinturones nuevos, ya que a los que tenía no podía hacerles más agujeros. Y eso que, al principio, le echaba la culpa a los tejidos de mala calidad con los que confeccionan mis pantalones de caballero Sith, que tenían la manía de encoger. Demostrado después que la ropa no mengua, sino que es  la masa abdominal la que crece, pensé que había que poner manos a la obra y buscar un remedio eficaz a aquella situación. De pronto reparé en que en la Estrella de la Muerte había un gimnasio. Agotado de tanto pensar durante dos o tres minutos, me di la media vuelta y caí en un profundo sueño.-"Ya, si eso, mañana lo vemos".

Aunque llevo siempre puesto mi casco-máscara, Leia, mi princesa, consiguió llevarme de la oreja al planeta D-K-Tlon a comprar un chándal y unas deportivas. ¡Un chándal! ¡Yo, que no me había vestido con uno desde que dejé el insti! Tras comprobar, abatido y decepcionado, que los siguen fabricando, opté por uno con un discreto color gris y con una anchura suficiente para disimular los michelines. Así, tampoco se burlarían mis vecinos cuando me vieran aparecer por el gimnasio. ¿O tal vez sí? Y allá que me lancé: de cabeza y sin red.

Uno se imagina los gimnasios como esos antros del demonio tapizados de espejos, con olor a sudor y a linimento, donde ponen una música "reggaeton-máquina total-trance-ministry of sound-chunda-chunda" infernal, donde los cachas que levantan pesas ligan con las chicas que corren en la cinta, y donde yo estaría más desubicado que una monja en un barco pirata. Pero no, mi sorpresa fue mayúscula al entrar: había una clase de "step", que es como un "aero-bic" que se baila sobre un escalón, y las dos únicas alumnas venían ya con los sesenta cumplidos de casa. Así que pensé: "Esto está chupado. Si ellas pueden, yo también"... Y vaya que me equivoqué. ¡Qué caña el step ese de los coj...! ¡Qué agujetas! ¡Qué abuelas tan marchosas! ¡Las jodías!  Y encima tuve que soportar la humillación de escuchar aquello de -"¿Quieres que vayamos más despacio, chiquito?" o lo otro de -"Tú, si ves que no puedes, lo dices ¿eh?". También me sirvió para comprobar que se pueden tener agujetas en las agujetas y que es mentira eso de que el dolor dignifica. ¡El dolor duele!

Pero como dice la canción: "pasaron un, dos, tres, cuatro, cinco, seis semanas" y se fueron notando los efectos de tanto sufrimiento. Mi barriga encontró el camino de vuelta al hogar y la ropa volvió a su estado poco tirante de antaño, la monitora cambió el gimnasio de la Estrella de la Muerte por otro con más público y mandaron para sustituirla a un monitor con menos piercings (al menos a la vista de todos). Este chico, al que nunca le estaré lo bastante agradecido, me propuso un día cambiar el step por salir a correr por los caminos entre las huertas que hay cerca de la Estrella de la Muerte. Veinte minutos la primera vez y unas sonoras agujetas. Sí, sonoras por ir acompañadas de los típicos "¡ay, ay!" al sentarse y al levantarse de una silla o al subir unas escaleras. Pero me gustaba más correr que sudar dentro de un gimnasio y aquello sirvió para dos cosas: para que me aficionase a correr y para que despidieran al monitor por falta de alumnos.

A los pocos meses ya corría una hora y me había comprado unas zapatillas japonesas que tienen la suela en forma de olas, y unos pantalones muy ajustados que suenan como una civilización precolombina. Empecé a cruzarme con vecinos que corrían también y uno de ellos, el androide Pepe-3PO, del que ya os había hablado en esta entrada anterior, me pidió que le acompañara a correr por los jardines del río. En nuestras salidas juntos me habló de un club que estaban intentando hacer unos cuantos vecinos y de otras historias más. También me convenció para que me pusiera en manos de un fisioterapeuta, ya que así no tendría lesiones y, si las llegaba a tener, me las curaría. Pero yo no conocía ninguno, solo a una vecina que se anunciaba en los zaguanes. Así que la llamé, me dijo en qué puerta tenía su garito montado, me dio cita y acudí a que me machacase y me estirase los músculos de todo el cuerpo.

Y aquí me tenéis, al principio de esta historia; en calzonzillos y en casa de una vecina a la que apenas conocía, cuando, al poco de comenzar la sesión, su marido entró en la habitación-consulta malhumorado y gritando:

-"¿Tú has visto qué hora es? ¡Las niñas están sin cenar!".

A lo que le respondió la vecina-fisio gritando también:

-"¡Pues hazles la cena tú! ¿No ves que estoy trabajando?"

O sea, que por el precio de una sesión de fisioterapia, estaba asistiendo en vivo a una auténtica discusión de matrimonio que no tenía desperdicio, y habría sido una historia graciosa de no ser por un pequeño detalle: me había pillado en medio de los dos cónyuges gritones... ¡en gayumbos! 

martes, 10 de mayo de 2011

Documento: el Sr. Skywalker jugando al golf.

Un deporte que no se me da del todo mal: el golf.



¿Qué os parece? ¿A que tengo razón?

lunes, 9 de mayo de 2011

Personajes del Lado Oscuro. Hoy: Lord Ahmadineyad


Tras el éxito galáctico y universal obtenido por la primera entrada de la serie dedicada a los malos de la película, hoy os quiero presentar a otro personaje de esos que dan yuyu, mucho yuyu. Otra historia de cómo el poder seductor del Lado Oscuro puede convertir a un hombre bueno, amante de los niños y de los cervatillos del bosque, en un ser malvado y despiadado con un corazón de hielo. Esa historia que nos ocupa hoy es la de Lord Ahmadineyad.

Hasta los años 80 del siglo pasado, cuando el planeta Persia aún no estaba lleno de ira, los pajarillos trinaban sin parar bellas melodías (All you need is Love, fiu, fiu, fiu...) y las flores crecían hasta en invierno tiñendo el horizonte de miles de colores. El arco iris salía todos los días, aunque no lloviera,  y los aviones surcaban el cielo dejando tras su paso una nube de azúcar glasé, gominolas y jarabe de grosella. Sus habitantes eran muy felices y comían perdices a todas horas. Perdices escabechadas en el desayuno, perdices asadas en el almuerzo y perdices en pepitoria para cenar. Los domingos, como algo especial, las tomaban fritas, que son algo más pesadas de digerir. Los niños y las niñas jugaban en las calles y los coches se apartaban para dejarlos pasar, mientras los conductores les regalaban la mejor de sus sonrisas. Al caminar, la gente se saludaba y se besaba, aunque no se conociera de nada, y en las tiendas todo era gratis. Todo el mundo era guapo y vivía feliz allí.

Pero "ellos" llegaron un día y el cielo se volvió gris y empezó a llover. Me refiero a los miembros de la secta de los ayatolas. Esos barbudos con cara de pocos amigos lo invadieron todo con sus turbantes y sus cantos que nadie entendía y sobre todo con su ira, que todos sabemos que es el camino que lleva al Lado Oscuro. Desde ese momento, aquella se instaló en el planeta Persia. Tanto fue así que los ayatolas decidieron cambiarle el nombre al planeta y llamarlo Irán por la ira. Su líder era un tal Darth Jo Meini, un malo de rompe y rasga, un auténtico lord Sith que atemorizaba a los pobres habitantes solo con aparecer en la tele.

En muy poco tiempo la felicidad de las gentes del planeta pasó a ser un simple y fugaz recuerdo del pasado. Los dientes de los ancianos empezaron a amarillear y a caerse, sus espaldas se encorvaron y les creció la barba... ¡hasta a las ancianas! Los niños lloraban a todas horas y no se atrevían a cruzar las calles porque los conductores ya no se paraban en los semáforos y se saltaban los pasos de peatones riendo a carcajadas. Además, en un rapto de maldad sin precedentes, los miembros de la secta les quitaban los caramelos en cuanto se descuidaban y les pinchaban los globos. Había ayatolas por todas partes que, alfiler en mano, se dedicaban a este cruel menester. El resultado no podía ser más desolador: miles y miles de niños llorando sin consuelo noche y día. Las mamás, impotentes para calmar la creciente desazón de sus pequeños, además, veían cómo sus cuerpos se llenaban de celulitis y les empezaban a crecer pelos en sitios en los que antes no había. A los papás se les caía el de la cabeza y les salía por las orejas y la espalda. Las barrigas hicieron acto de presencia. Y el olor a sobaco y a pies. Y las patas de gallo. Todo era desolación, fealdad, tristeza, aburrimiento.

En este contexto tan poco simpático y glamuroso, crecía nuestro personaje de hoy. Era un joven estudiante de la Fuerza, un entendido en cuestiones de jedis, un caballero llamado Alí Mento. Él no llevaba turbante porque su pelo todavía no había cambiado de ubicación, es decir, aún estaba encima de su cabeza. Tampoco vestía túnica negra porque su barriga no acababa de salir a descubrir mundo, ni sus barbas se habían teñido de blanco y crecido hasta llegar a la altura del ombligo. Pero aún así su aspecto no podía ser de otra manera para los nuevos tiempos que corrían por el planeta: gris y triste. Sin embargo su corazón era grande y su alma pura y cristalina como el agua de la montaña en un domingo de mayo.

Y hete aquí que, un día,  a Alí le sucedió lo que a todos los malos les sucede alguna vez, que se pasó al Lado Oscuro por una mala experiencia personal. En su caso, un trauma de los gordos, un golpe del destino cruel y despiadado. Lo que le ocurrió fue que... ¡se le estropeó la lavadora un viernes por la tarde! Hala, no te digo más, con el fin de semana por delante. Llamó al servicio técnico y, claro, le dijeron que hasta el lunes no podían enviarle a un reparador. Aquello enfureció a Alí de tal manera que se le hincharon las venas del cuello y su voz se volvió grave y de ultratumba. Su pelo empezó a echar humo y le crecieron los colmillos. Es que no es para menos: siempre se rompe la nevera, la lavadora o te empieza a doler una muela cuando está comenzando el fin de semana, con esa costumbre tan poco sensata de no currar el viernes por la tarde.

Convertido ya en un Lord Sith como mandan los cánones, cambió su nombre por el de Lord Ahmadineyad y se puso al frente de la secta de los ayatolas. Lo primero que hizo al tomar el poder absoluto fue prohibir que los viernes por la tarde la gente del planeta Irán tomara las de Villadiego y se fuera al chalé a pasar el finde. Los viernes por la tarde se trabaja, porque lo digo yo, y los chalés se derribarán todos, por si acaso, no sea que a alguien le entre la tentación de escaquearse. Y no contento con consumar su venganza, mandó a los niños a cortarse el pelo al uno, prohibió la música de los Beatles (ya solo se podía escuchar a los Rollings), enjauló a los pajaritos que cantaban y obligó a todo el mundo ponerse un velo... en la cabeza, por supuesto.

Y así continúan en el planeta Irán hasta hoy, sin cambios, sin alegrías y sin cervatillos. En fin...

En la próxima entrega de los personajes del Lado Oscuro os hablaré del General Gadafius y de cómo perdió a sus amigos y ganó, gracias al botox,  la guerra al tiempo... bueno, o eso cree él. Y si no, os dejo una foto para que os forméis una opinión por vosotros mismos.