lunes, 16 de mayo de 2011

El día que me quedé en gayumbos en casa de la vecina



"Ve quitándotelo todo, menos los calzoncillos, que ahora vengo". Dicho así por una vecina de la Estrella de la Muerte, estando los dos solos (o eso creía yo) en su casa, puede sonar a lío del montepío o al típico aquitepilloaquitemato. Pero, como veremos ahora, no fue exactamente así.

Todo empezó por culpa de dejar de fumar, hace casi diez años, y el famoso daño colateral conocido como efecto "barriga que quiere salir a ver mundo por su cuenta y sin permiso", tan temido por todos los exfumadores. Me preocupaba mucho el gasto en cinturones nuevos, ya que a los que tenía no podía hacerles más agujeros. Y eso que, al principio, le echaba la culpa a los tejidos de mala calidad con los que confeccionan mis pantalones de caballero Sith, que tenían la manía de encoger. Demostrado después que la ropa no mengua, sino que es  la masa abdominal la que crece, pensé que había que poner manos a la obra y buscar un remedio eficaz a aquella situación. De pronto reparé en que en la Estrella de la Muerte había un gimnasio. Agotado de tanto pensar durante dos o tres minutos, me di la media vuelta y caí en un profundo sueño.-"Ya, si eso, mañana lo vemos".

Aunque llevo siempre puesto mi casco-máscara, Leia, mi princesa, consiguió llevarme de la oreja al planeta D-K-Tlon a comprar un chándal y unas deportivas. ¡Un chándal! ¡Yo, que no me había vestido con uno desde que dejé el insti! Tras comprobar, abatido y decepcionado, que los siguen fabricando, opté por uno con un discreto color gris y con una anchura suficiente para disimular los michelines. Así, tampoco se burlarían mis vecinos cuando me vieran aparecer por el gimnasio. ¿O tal vez sí? Y allá que me lancé: de cabeza y sin red.

Uno se imagina los gimnasios como esos antros del demonio tapizados de espejos, con olor a sudor y a linimento, donde ponen una música "reggaeton-máquina total-trance-ministry of sound-chunda-chunda" infernal, donde los cachas que levantan pesas ligan con las chicas que corren en la cinta, y donde yo estaría más desubicado que una monja en un barco pirata. Pero no, mi sorpresa fue mayúscula al entrar: había una clase de "step", que es como un "aero-bic" que se baila sobre un escalón, y las dos únicas alumnas venían ya con los sesenta cumplidos de casa. Así que pensé: "Esto está chupado. Si ellas pueden, yo también"... Y vaya que me equivoqué. ¡Qué caña el step ese de los coj...! ¡Qué agujetas! ¡Qué abuelas tan marchosas! ¡Las jodías!  Y encima tuve que soportar la humillación de escuchar aquello de -"¿Quieres que vayamos más despacio, chiquito?" o lo otro de -"Tú, si ves que no puedes, lo dices ¿eh?". También me sirvió para comprobar que se pueden tener agujetas en las agujetas y que es mentira eso de que el dolor dignifica. ¡El dolor duele!

Pero como dice la canción: "pasaron un, dos, tres, cuatro, cinco, seis semanas" y se fueron notando los efectos de tanto sufrimiento. Mi barriga encontró el camino de vuelta al hogar y la ropa volvió a su estado poco tirante de antaño, la monitora cambió el gimnasio de la Estrella de la Muerte por otro con más público y mandaron para sustituirla a un monitor con menos piercings (al menos a la vista de todos). Este chico, al que nunca le estaré lo bastante agradecido, me propuso un día cambiar el step por salir a correr por los caminos entre las huertas que hay cerca de la Estrella de la Muerte. Veinte minutos la primera vez y unas sonoras agujetas. Sí, sonoras por ir acompañadas de los típicos "¡ay, ay!" al sentarse y al levantarse de una silla o al subir unas escaleras. Pero me gustaba más correr que sudar dentro de un gimnasio y aquello sirvió para dos cosas: para que me aficionase a correr y para que despidieran al monitor por falta de alumnos.

A los pocos meses ya corría una hora y me había comprado unas zapatillas japonesas que tienen la suela en forma de olas, y unos pantalones muy ajustados que suenan como una civilización precolombina. Empecé a cruzarme con vecinos que corrían también y uno de ellos, el androide Pepe-3PO, del que ya os había hablado en esta entrada anterior, me pidió que le acompañara a correr por los jardines del río. En nuestras salidas juntos me habló de un club que estaban intentando hacer unos cuantos vecinos y de otras historias más. También me convenció para que me pusiera en manos de un fisioterapeuta, ya que así no tendría lesiones y, si las llegaba a tener, me las curaría. Pero yo no conocía ninguno, solo a una vecina que se anunciaba en los zaguanes. Así que la llamé, me dijo en qué puerta tenía su garito montado, me dio cita y acudí a que me machacase y me estirase los músculos de todo el cuerpo.

Y aquí me tenéis, al principio de esta historia; en calzonzillos y en casa de una vecina a la que apenas conocía, cuando, al poco de comenzar la sesión, su marido entró en la habitación-consulta malhumorado y gritando:

-"¿Tú has visto qué hora es? ¡Las niñas están sin cenar!".

A lo que le respondió la vecina-fisio gritando también:

-"¡Pues hazles la cena tú! ¿No ves que estoy trabajando?"

O sea, que por el precio de una sesión de fisioterapia, estaba asistiendo en vivo a una auténtica discusión de matrimonio que no tenía desperdicio, y habría sido una historia graciosa de no ser por un pequeño detalle: me había pillado en medio de los dos cónyuges gritones... ¡en gayumbos! 

23 comentarios:

  1. Aaaaahhh, bueno, podia una pensar mal de usted, Sr Skywalker, al leer el comienzo de esta entrada. Pero nada, todo queda aclarado, hasta la discusion de conyuges que te pillo en gayumbos, ja ja ja.

    ResponderEliminar
  2. Jeje , tuviste suerte que no te pusieran a hacer la cena

    Un saludo

    ResponderEliminar
  3. A pesar de conocer la historia has conseguido hacerme pasar un buen rato.
    Gracias.
    Todavía sigo pasando miedo cuando me cruzo con el tipo de la gabardina.
    El "Jerry" es un personaje peculiar digno de la mejor de las novelas.

    ResponderEliminar
  4. Cierto, ciertísimo...la música de los gimnasios es infernal.
    Ahora, una cosilla....estar en medio de una discusión en paños menores...vulnerable, cuanto menos. Porque ¡haber cómo te pones digno en gayumbos!
    ;DD

    ResponderEliminar
  5. Hola, Nerea.

    Ahí les has dado. Esa es precisamente la parte dura de la historia. Lo demás es normalísimo.

    Buenas, caarsa.

    Poco faltó, poco faltó, aunque si me hubiera podido poner un delantal ya me habría sentido más digno.

    Qué tal, Altosybajos.

    Esa historia es un clásico en las cenas con los vecinos, como el Jerry, que a mí también me impresiona bastante.

    Cómo va eso, Guardián.

    Hombre, tampoco me imagino un gimnasio donde suene Mozart, pero bueno, todo puede ser.

    Y sí, te aseguro que aquel día descubrí que todo un lord Sith como yo, es una mierdecilla en calzoncillos.

    ResponderEliminar
  6. Jo macho, que suerte la tuya, que tu vecina te haga un masaje.

    Dicho así suena bien.

    ResponderEliminar
  7. Al menos dime que los gayumbos estaban limpios...

    ResponderEliminar
  8. Qué hay, Julio.

    No, si sonar, suena bien, pero cuando sigues leyendo...

    Qué pasa, Elvis.

    Un caballero Jedi no lleva los calzoncillos sucios por mucho que la Fuerza se escape alguna vez, por dios.

    ResponderEliminar
  9. Te levantas, preparas la cena, resuelves la discusión y te sale la sesión gratis. Piensa que preparando la cena trabajas el tren superior. Y luego le explicas a tu mujer por qué te huelen los gayumbos a fritanga.

    ResponderEliminar
  10. Cómo estás, Carina.

    Solo faltaba que entraran las niñas a la habitación, que hubieran llamado a sus amigas, estas a sus padres, ellos a otros vecinos y así toda la Estrella de la Muerte viendo al Sr. Skywalker en gayumbos. Buff, qué apretura.

    Cómo vas, Impenitente.

    Se me ocurren muchas otras formas de trabajar el tren superior y todas más relajadas que presenciar una discusión conyugal en calzoncillos en casa ajena.

    Lo que todavía me choca es que el Jerry no le daba ninguna importancia al hecho de que su mujer se encerrase con un vecino medio desnudo.
    Qué cosas.

    ResponderEliminar
  11. Esta bien eso de hacer ejercicio. Yo lo hice al reves que tu. Por quitarme unos kilillos fruto del sedentarismo del diseñador gráfico, me fui a ese planeta del deporte y me compré ropita ligera. Salí a correr una tarde 20 minutos y llegué roto a casa, con un pie hecho fosfatina (he tenido cuatro lesiones en los tobillos: rotura, desgarro muscular, esguince y tendinitis. Es decir, que tengo los tobillos hechos una auténtica mierda). He comprobado que cuando fuerzo un poco, me duelen y tengo mucha facilidad para torcérmelos. Ya a causa de esto, descubrí una cosa: CORRER ES DE COBARDES, jajaja!! Ahora voy a un gimnasio muy chulo que han abierto en Pamplona, municipal, con unos precios muy muy interesantes (240 euros al año y tengo acceso a dos gimnasios, varias piscinas, frontones, pistas polideportivas y un spa cojonudo!!!)Intento hacer algo de bici y maquinas, sobre todo para la espalda, y natación, aunque cualquier dia de estos me voy a ahogar!! El problema de hacer deporte es que llego a casa con un hambre atroz...

    ResponderEliminar
  12. He de confesar que el comienzo de la entrada prometía... pero el final ha estado glorioso!

    ResponderEliminar
  13. He venido!!!!

    lo peor no es que fueras en gallumbos es que la maroma te tenía entre sus manos, vamos que si se ponía algo nerviosa pillabas tú. Vaya tela!!!
    Al menos es más diver que mi fisio que me pregunta toooooooooooda mi vida cada vez que voy, que vaya tala con el tío, no capta eso de "dientes, dientes, que es lo que les jode"

    ResponderEliminar
  14. Saludos, Alber.

    Pues ten cuidado con esos tobillos, no te tengas que poner en manos de una fisio como yo y acabes presenciando disputas (con perdón) de parejas.

    Ahora que vas a un gimnasio ¿te gusta la música que ponen? Buajj.

    Cuánto tiempo, Leia.

    Me alegro de que tengas tiempo entre tanto bebé jedi para pasarte por aquí. No sabes lo que valoro tu esfuerzo y te prometo que intentaré que pases un buen rato a partir de ahora en esta tu galaxia.

    Ay, Ana, Ana...

    Ten cuidado con los fisios, que tienen los dedos muy largos. No te confíes porque, como tú muy bien dices, estás en sus manos. Glups.

    Bienvuelta a la galaxia.

    ResponderEliminar
  15. jajajajaja !!!... Muy bueno Skywalker, el relato comenzando por el final, me parece de lo más cinematográfico. Estoy de acuerdo contigo, dónde este la práctica del deporte al aire libre, que se quiten los espacios cerrados. No entiendo como se puede estar corriendo sobre una cinta, pudiendo ver distintos tipos de paisajes, ya sean urbanos o campestres.

    Un fuerte abrazo

    ResponderEliminar
  16. Hombre, Fer.

    No sé si has sido el único que se ha dado cuenta del "flash back", pero sí has sido el único que lo ha dicho. Se nota que te gusta el cine como a mí. Igual escribo algo sobre ello.

    También estamos de acuerdo en lo de salir al aire libre a practicar deporte. La cinta es práctica cuando llueve y poco más, no hay que desecharla. Si está en los gimnasios será por algo, dio yo.

    ResponderEliminar
  17. Espero que tu vecina no pagará sus frustaciones matrimoniales con tu cestructura muscular. Un fémina en pie de guerra es peror que cualquier lesión¡¡ ajajjaj.

    ResponderEliminar
  18. Hola, Rutsa.

    Afortunadamente para mi pobre cuerpo, a la mujer parecía que no le impresionaba el marido enfadado; ella gritaba más alto. Ja ja ja.

    Bienvenida a mi galaxia, ponte cómoda y recibe el saludo:

    ¡Que la Fuerza te acompañe!

    ResponderEliminar
  19. Los gimnasios son siempre fuente de humillaciones... Haces bien en correr al aire libre que se está mucho mejor que subiendo y bajando peldaños. Te envidio!
    Bonitos gayumbos...;)
    Un besote.

    ResponderEliminar
  20. Genial, de verdad. Tengo una tendinitis de coj...Llevo una semana en casa en reposo absoluto y el sábado hace mi hijo la comunión, así que o me pongo en ropa interior delante de un/una fisio o me voy a la ceremonia en zapatillas. Vamos, es que si me deja bien, le hago hasta la cena

    ResponderEliminar
  21. "agotado de tanto pensar, después de dos o tres minutos". Sr Skywalker, jajjaa, la madre que lo pario, jajajaj

    ResponderEliminar
  22. Buenas, Chewbacca.

    Es que pensar cansa mucho. Es mejor dormir, dónde va a parar.

    ResponderEliminar