Nunca fui partidario de escribir por encargo. Aunque reconozco que alguna vez me vi obligado a publicar alguna entrada por callar a más de una malvada princesa, nunca me gustó eso de que me dijeran sobre lo que escribir o lo que no. Puedo presumir de que la gran mayoría de las cosas que he ido soltando por aquí ha salido con toda la franqueza y la fuerza de la inspiración. Tal vez es por eso, o mejor dicho, por la falta de esta última (la inspiración, por si os habéis perdido, que igual estáis espesos), por lo que ha habido largas temporadas de sequía en la Galaxia. Pero claro, hay cosas que si las empiezas las tienes que terminar; y si has escrito sobre una dama que ocupaba momentáneamente tu corazón, con más motivo debes hacerlo si estás ahora con la que parece que va a ser la definitiva.
A ver... que no quiero decir nada con esto, que es pronto aún. Hay que aprender de la experiencia y por eso no me atrevo ni a afirmar ni a desmentir nada. Hace poco más de un mes insinué que me habían robado el corazón y luego resultó que no, que me lo devolvieron con el tíquet de regalo y todo. Por eso no me he lanzado hasta ahora a publicar nada acerca de la mujer que está consiguiendo que haga y diga más tonterías de lo normal. ¿Que estamos muy a gusto juntos? Sí, por supuesto. ¿Que es una bella princesa de la Galaxia? Ya te digo, bellísima ¿Que me pongo tontorrón cuando estoy con ella? Mucho, muy tontorrón. Y claro, la susodicha lleva tiempo diciéndome eso de que escriba y cuente lo nuestro, y a ver quién es el guapo que se niega.
Cuando nos conocimos, en un planeta plagado de peces, fue durante el proceso de selección para ocupar un cargo administrativo de poca importancia en mi club de fans. Las pruebas fueron durísimas, pero ella, la dama de nombre exótico, superó con creces al resto de candidatas y se ganó el puesto por méritos propios. Durante unas semanas llevó a cabo todos los cometidos que se le encargaban sin margen para el desaliento. Trabajaba sin mirar el reloj, incansable, eficaz, profesionalmente. Siempre había una sonrisa en su rostro. Sus superiores no tardaron en fijarse en ella y al poco fue llamada para más altos desempeños en la estructura de la empresa. Así fue como fue ascendiendo en el escalafón hasta llegar a ocupar el cargo de presidenta del Club de Fans del Sr. Skywalker (oficial). Con sus nuevos métodos, traídos directamente de las mejores universidades de la Galaxia, la plantilla mejoró en eficacia, los trabajadores eran más happy, compaginaban a la perfección su vida laboral con la personal, las palabras huelga, chungo, feo, mal rollito, etc. fueron sustituidas por otras como chachi piruli, superguay o recreo en el diccionario de la empresa. En poco tiempo se convirtió en un club de fans modélico. Las acciones subían como la espuma, el Nasdaq, el Nikkei, el Ibex 35..., todos querían comer con nosotros en los mejores restaurantes, como el Burguer King Africa o el Kebab Aridá. Nadábamos en oro, glamour y pasteles de dulce de leche. En las últimas semanas se encargaba personalmente ella solita de la siempre compleja agenda del Sr. Skywalker. Gracias a su profesionalidad sin parangón, este nunca faltó a una cita ni se equivocó con un nombre.
Pero el amor es un poderoso ariete que abre las puertas mejor atrancadas y derriba los muros más altos que los seres humanos puedan construir. Y hete aquí que aterrizó en el duro corazón medio mecánico, medio humano del Sr. Skywalker hasta ablandarlo irremediablemente como una vela dentro de un microondas . Desde ese momento fue ascendida a un cargo honorífico donde los haya: el de Premiere Dame del Imperio. El puesto que quedó vacante lo debe ocupar una de las dos vicepresidentas del club de fans, y aún andan peleándose entre ellas para ver cuál de las dos gana. En el momento de escribir esto la encarnizada lucha se encuentra igualada: diez planetas destruidos e incontables bajas por cada bando.
Juntos bautizamos con cava la recién adquirida nave espacial, que es ya el vehículo oficial de la primera dama. Juntos viajamos a lejanos planetas para terminar nadando bajo la luna en lagos con formas sugerentes. Juntos luchamos contra poderosos monstruos -uno de los cuales a punto estuvo de dañar gravemente nuestro nuevo transporte de un zarpazo-, vivimos aventuras contra princesas malvadas con colmillos, bailamos hasta el amanecer, nos deslizamos por rápidas corrientes de agua e hicimos muchas otras tonterías típicas de adolescentes. Vamos, lo normal. Ahora hacemos planes para pasar algunos días juntos este verano aprovechando la cercanía del mar -lo que es un poquito difícil cuando hay pequeños Jedis por el medio-, pero nos lo tenemos merecido, ¡qué leches! Y ya seguiré contando aquí el desenlace de esta historia con banda sonora de Kiko Veneno, pero, de momento, que sepáis que no tenemos ninguna gana de que se acaben las vacaciones. ¿Quién las va a tener?
Cuando nos conocimos, en un planeta plagado de peces, fue durante el proceso de selección para ocupar un cargo administrativo de poca importancia en mi club de fans. Las pruebas fueron durísimas, pero ella, la dama de nombre exótico, superó con creces al resto de candidatas y se ganó el puesto por méritos propios. Durante unas semanas llevó a cabo todos los cometidos que se le encargaban sin margen para el desaliento. Trabajaba sin mirar el reloj, incansable, eficaz, profesionalmente. Siempre había una sonrisa en su rostro. Sus superiores no tardaron en fijarse en ella y al poco fue llamada para más altos desempeños en la estructura de la empresa. Así fue como fue ascendiendo en el escalafón hasta llegar a ocupar el cargo de presidenta del Club de Fans del Sr. Skywalker (oficial). Con sus nuevos métodos, traídos directamente de las mejores universidades de la Galaxia, la plantilla mejoró en eficacia, los trabajadores eran más happy, compaginaban a la perfección su vida laboral con la personal, las palabras huelga, chungo, feo, mal rollito, etc. fueron sustituidas por otras como chachi piruli, superguay o recreo en el diccionario de la empresa. En poco tiempo se convirtió en un club de fans modélico. Las acciones subían como la espuma, el Nasdaq, el Nikkei, el Ibex 35..., todos querían comer con nosotros en los mejores restaurantes, como el Burguer King Africa o el Kebab Aridá. Nadábamos en oro, glamour y pasteles de dulce de leche. En las últimas semanas se encargaba personalmente ella solita de la siempre compleja agenda del Sr. Skywalker. Gracias a su profesionalidad sin parangón, este nunca faltó a una cita ni se equivocó con un nombre.
Pero el amor es un poderoso ariete que abre las puertas mejor atrancadas y derriba los muros más altos que los seres humanos puedan construir. Y hete aquí que aterrizó en el duro corazón medio mecánico, medio humano del Sr. Skywalker hasta ablandarlo irremediablemente como una vela dentro de un microondas . Desde ese momento fue ascendida a un cargo honorífico donde los haya: el de Premiere Dame del Imperio. El puesto que quedó vacante lo debe ocupar una de las dos vicepresidentas del club de fans, y aún andan peleándose entre ellas para ver cuál de las dos gana. En el momento de escribir esto la encarnizada lucha se encuentra igualada: diez planetas destruidos e incontables bajas por cada bando.
Juntos bautizamos con cava la recién adquirida nave espacial, que es ya el vehículo oficial de la primera dama. Juntos viajamos a lejanos planetas para terminar nadando bajo la luna en lagos con formas sugerentes. Juntos luchamos contra poderosos monstruos -uno de los cuales a punto estuvo de dañar gravemente nuestro nuevo transporte de un zarpazo-, vivimos aventuras contra princesas malvadas con colmillos, bailamos hasta el amanecer, nos deslizamos por rápidas corrientes de agua e hicimos muchas otras tonterías típicas de adolescentes. Vamos, lo normal. Ahora hacemos planes para pasar algunos días juntos este verano aprovechando la cercanía del mar -lo que es un poquito difícil cuando hay pequeños Jedis por el medio-, pero nos lo tenemos merecido, ¡qué leches! Y ya seguiré contando aquí el desenlace de esta historia con banda sonora de Kiko Veneno, pero, de momento, que sepáis que no tenemos ninguna gana de que se acaben las vacaciones. ¿Quién las va a tener?