jueves, 31 de mayo de 2012

El Sr. Skywalker... ¿Enamorado de nuevo?



Mucho se está hablando estos días en toda la Galaxia acerca de un posible romance del Sr. Skywalker con una joven desconocida. Diversas informaciones aún no contrastadas sitúan a la afortunada, incluso, en un planeta concreto con nombre y apellidos (de planeta, claro). En este blog nunca, repito, nunca hemos sido partidarios de dar palio a rumores, dimes, diretes y elucubraciones varias. No es nuestro estilo. Para eso están los blogs rosa como Sálvame de Blog o La Noria Bloguera Cascabelera. Nuestras fuentes son tan fiables como un balance de resultados del Bank y A. Nuestros informadores son de la mejor calidad, serios, veraces y profesionales como el consejo de administración del Bank y A. Todo lo que aquí se publica pasa por una serie de filtros tan rigurosos y exhaustivos como las cuentas del Bank y A. En resumen: no queremos que se nos compare con el Bank y A, joroba. Está claro, ¿no?

No vamos a seguir diciendo desde estas líneas que se trata de la misma señorita misteriosa que acompañó al Sr. Skywalker en una jornada lúdico-festiva días atrás, porque carecemos de información para afirmarlo o desmentirlo. Tampoco diremos que posee una belleza sin parangón como han hecho otros, o que está instruida en los caminos de La Fuerza y otras artes milenarias como hemos llegado a oír por ahí. No, ni mucho menos. Ya hemos comentado que este blog es un medio serio y no se hace eco de ese tipo de chismes. Del mismo modo, no caeremos en el error de afirmar, con el consiguiente riesgo de pegar un patinazo, que se trata de una princesa llegada de un planeta lejano, que es amante del deporte o que una de sus mayores pasiones es la literatura. No lo vamos a hacer y ya está, por mucho que la gente se empeñe.

¿De quién se trata entonces? ¿Quién podrá ser la enigmática dama que tiene el corazón del Sr. Skywalker secuestrado? ¿Será rubia, morena, pelirroja? Lo único que sí podemos afirmar sin temor a equivocarnos es que tiene pelo. Tiene pelo en la cabeza y en ningún sitio más, claro, porque de lo contrario estaríamos hablando del mismísimo Chewbacca, y no es el caso (al menos que se sepa). También podría tener una ocupación relacionada con el mundo de la enseñanza, podría estar separada... Aunque nuestras fuentes se muestran confusas sobre este particular, y es mejor no mojarse, las posibilidades de encontrar una princesa soltera, atractiva y culta a estas edades, y que encima no tenga hijos, son menores que las de encontrar a un consejero del Bank y A honrado y trabajador.

Así pues, como nos vemos navegando en un mar de confusión por culpa de este tema, creemos que es más oportuno y conveniente preservar el buen nombre de este blog, y no seguir abonando el terreno a las habladurías baratas y el comadreo chismoso, más propios de patio de vecinas que de una página seria y referente de información de calidad como es esta, y vamos a dejar de hablar de esta señorita misteriosa. Que lo hagan otros. Nosotros solo añadiremos, para terminar, que el Sr. Skywalker hace y dice muchas tonterías últimamente y eso solo puede deberse a que está enamorado. Chin pon. Esta es la verdad contrastada. Lo demás es intentar engañar al personal propagando rumores y esparciendo información interesada. Más o menos como las cuentas del Bank y A, pero sin costar ni un euro a los contribuyentes.

lunes, 14 de mayo de 2012

El Lado Oscuro de la Princesa Leia


Ahora que hace más de seis meses que incineré los restos de Leia, la que había sido mi compañera durante más de tres lustros y madre de dos de mis pequeños Jedis, Obi Wan y Anakin, ahora que ha pasado ya el tiempo del luto por su muerte, y la primavera pide paso sin miramientos a través de los corazones de la gente, ahora, digo, ha llegado el momento de contar la verdadera historia de una mujer, de una princesa de película que nunca llegó a ser del pueblo como otras, sino la princesa del peor lado que tienen las personas: el Lado Oscuro. Los que tengan miedo a que se les derrumbe un mito, un icono de su juventud, que no sigan leyendo, pues aquí encontrarán sucesos jamás narrados que pondrían los pelos como escarpias al mismísimo Emperador. No me mueven ánimos de venganza, lo juro, pues no ha de haberla contra quien está muerto ya. Lo que me mueve realmente es el deseo de que se sepa la verdad. Solo su memoria puede sufrir en estos momentos el escarnio de saberse descubierta y desnuda delante de toda la Galaxia, y que toda ella sepa realmente quién fue Leia y no la dulcificada imagen que intentaba vendernos a todos.

Leia de joven era una niña formalita y buena estudiante, de las de lazos y trencitas. Quería mucho a sus papás y a sus hermanitos y sacaba muy buenas notas en el colegio. Nunca pisaba las plantas y recogía a todos los pajarillos que encontraba fuera de su nido y desvalidos. Era lo que se dice una buena niña. La cosa empezó a torcerse en su adolescencia, cuando ocurre eso que las mamás llaman empezar a "desarrollar", o sea, a hacerse mujeres. Lo que Leia desarrollaba entonces no eran las curvas de una fémina, sino el cerebro de un terrorífico monstruo. Una máquina letal, eficaz y certera. Donde la naturaleza no puso belleza, el poder del Lado Oscuro puso lo demás. Donde no había amor, floreció la maldad. ¡Y de qué forma!

Se le ocurrió alistarse en el Ejército del Imperio para poder dar rienda suelta a sus instintos asesinos. Una vez entró en combate adquirió fama de implacable con el enemigo. Nunca en todos los años de su carrera militar hizo prisioneros. Nunca. Sus compañeros, con mucha guasa, le llamaban Lavii Tor, que era el nombre de un conocido luchador campeón de la Galaxia, lo que ella aceptaba orgullosa. Lo que Leia no sabía era que en el idioma de los geonosianos, también quiere decir urraca. Con esos méritos militares escaló rápidamente hasta hacerse generala del Imperio, puesto que desempeñó con férrea mano y pie durante algunos años. De esa época son conocidos los escabrosos hechos, nunca antes atribuidos a ella, como la destrucción del planeta Tatouine, donde perecieron millones de almas inocentes en unas décimas de segundo, o el asesinato de toda la familia del Senador Organa, su padre, su familia, con sus propias manos, como venganza por no haberle dejado subir a la noria de su pueblo aquel verano. O como cuando empujó a una ancianita hacia la calle en el momento que más naves pasaban para que la atropellaran, o el conocido suceso del aceite de colza, o el sida, Guantánamo y hasta el electro-latino. Todo fue obra suya. Todo fue fruto de su fría y desequilibrada mente asesina, todo salió de su enfermiza cabecita. En aquellos años años Leia era la mala malísima de la película y estaba encantada.

Tenía dos ayudantes tan malvadas como ella, pero no merece la pena ni que las nombre.

Pero cometió un error: se enamoró. Algún cable se le debió cruzar porque no estaba programada para eso. Todo el poder que le otorgaba el Lado Oscuro de La Fuerza no le sirvió para evitar que un apuesto Jedi conquistase su amor antes de que pudiera reaccionar. El Sr. Skywalker entró en su vida y la maldad salió de su alma casi al mismo tiempo. Se quisieron y tal, pero todo era un espejismo. Leia seguía los pasos de su corazón e intentaba silenciar los de su pérfido cerebro, pero llegó un momento en que no pudo resistir más y la lucha la ganó el mal. Ya no le importó disimular y enseñó su peor lado sin pudor... Pero eso sí, solo en casa. Dentro, la lucha por la supervivencia, el terror en cada rincón, la oscuridad, fuera la sonrisa, las cañas y el jomariquebientequedaeso. Una mujer de cara a unos y un tiranosaurio voraz a otro.

Pero todo tiene un límite. Con gran pesar en su corazón, Skywalker urdió y urdió hasta que consiguió que enviaran a Leia a una misión de destrucción y pillaje en un remoto a la par que inocente planeta. Lo que viene siendo una misión suicida, vamos. Sabedor de que no la volvería a ver con vida jamás, de que sería presa fácil para los habitantes de allí, de que pasaría a formar parte de la dieta de alguno de ellos, pues conocía cómo se las gastaban con las princesas con moñetes, se despidió de ella y se hizo cargo de los niños. Y así fue, efectivamente, como meses después le entregaron su cuerpo crionizado en carbonita. Fue su mejor final posible. Al menos había dado su vida por el bien del Imperio.

Se organizaron fastos y se cortaron calles (cómo no) para rendir tributo a su recuerdo. Se rotularon asteroides con su nombre y hasta se permitió que en nuestro idioma, en su honor, se pueda pronunciar la i latina como consonante (leya), pero solo en su caso, como una excepción. Por eso me sentí tan mal que quise explicar lo que sé de ella para que las generaciones venideras sepan la verdad. Que cuando nuestros nietos abran sus libros de texto vean solo luz y claridad, no más mentiras. Ya no más mentiras. Ya no más terror.